“Es una obra teatral y musical, muy divertida. La verdad es que cada vez que la hacemos el público se muere de risa, pero a la vez también se comparte mucha emoción”.
Lo afirma Tomás Quintín Palma, que hoy a las 21 trae al auditorio del Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265) la obra “La violencia de la ternura”.
Palma es familiar de Piripincho Rigatuzzo, célebre payaso rosarino, estrella absoluta en esa ciudad santafesina, que sigue actuando a los 71 años.
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La obra presenta a dos payasos de otros tiempos representados por los hermanos Tomás y Nicolás Palma Kreig, con música en vivo, y dirigidos por Toto Castiñeiras.
Tomás Quintín es quien le responde a LA GACETA.
“En la obra que presentamos hay violencia y hay ternura. Nos dimos cuenta, mientras la escribíamos, que la ternura por ahí era una herramienta, un mecanismo que alguien podía ejercer, pero que eso no significaba que la persona fuera tierna. Es decir, te puede dar flores una persona que te quiere lastimar; no porque las flores sean hermosas y que la persona sea hermosa; de ahí viene ‘La violencia es la ternura’. Pasa mucho en la publicidad´: por ahí te venden una hamburguesa espectacular, grandota y rica; pero la verdad es que si comés eso todos los días te puede reventar el colesterol”, ejemplifica.
A la consulta de cómo, dónde y por qué se gesta la obra, el actor señala: “nace ya en el vientre materno de mi madre, porque es un poco la historia mía. Yo provengo de una familia de payasos, donde el referente es Piripincho, muy famoso en Rosario, de cuya troupe mi viejo y mi vieja formaban parte”.
El actor asume el relato propio: es alguien que nació en una familia de payasos, y la obra sirve para ver cómo es ser parte de esa forma de vida trashumante, con una infancia rodeada de pelucas, goma espuma y dientes gigantes. Ese peso lo lleva consigo; en cierto momento odiando a su familia de payasos y anhelando un hogar distinto, un lugar normal.
Una excusa
Palma admite que en realidad el tema “es una excusa porque todos los que ven la obra reflexionan y se ríen porque piensan en sus propias familias, sus propios viajes, deseos o conflictos adolescentes... Es como una constelación familiar, un viaje de introspección. ‘La violencia de la ternura’ es ese viaje. De alguien que huye y sigue estando, aun que se haya ido”.
El actor valora haber llegado a la instancia teatral, “pensándola como un ritual milenario. Aquí se cuenta toda una historia, y en esta época tan artificial, en la que estamos con los celulares y con los algoritmos todo el tiempo, esto es más real que nunca. El público viene al teatro a pasar una hora en silencio, en que no tiene que mirar el celular, y se conecta con los demás de otra menera”.
“Es un espectáculo recopado. De Rosario vinimos muchos, con muchas ganas. Tenemos en vivo a Pol Medina, un músico impresionante; vamos a usar el piano de cola del Centro Cultural Virla; eso ya nos volvió locos. También va a haber personajes en vivo, relatos crudos, con comedia, con fotos, con documentación. Va a estar bárbaro”, promete.
“La obra está basada en un caso real, y propone tanto juego como ficción. Me emociono cuando la pongo en escena, aunque si la hiciera siempre se convertiría en un trabajo y me aburriría, así que cada vez que la hago es como un cumpleaños, un acontecimiento, y lo damos todo”, confiesa.
Complejidad humana
“Vamos a ver payasos de otros tiempos; con la ternura, el amor y lo artesanal que tenían cuando laburaban, que es espectacular -anuncia-. Y también vamos a ver cómo a veces también tenían discursos que por suerte hoy son obsoletos y los hemos cambiado, porque había una violencia que hoy en día por suerte estamos desterrando. En la obra vemos mucho de la complejidad humana, en la cual muchas contradicciones que vivimos a diario las ponemos en el escenario. Te aseguro que te van a dar ganas de reír y también de llorar”.